De estos dones
hechos pan, canto
risas y juegos
emerge como eterno
caudal de vida
el desierto florido,
vegas y oasis,
Collas…
(extracto de poema Atacama. Ricardo Ponce Castillo)
Comienza este escrito con un verso de Ricardo Ponce Castillo, porque hablar de él es hablar de poesía y letras inspiradas en el desierto, al igual que Andrés Sabella lo hizo con el norte grande. Nació en 1953, en Coquimbo, en el seno de una familia numerosa, el noveno hijo de Juana y Bartolo. Se educó en la Escuela N°3 y Escuela Industrial, después se tituló de Técnico Universitario en Prevención de Riesgos en 1976; su casa de estudios fue el Instituto Tecnológico, dependiente de la Universidad Técnica del Estado.
Su práctica profesional la comenzó en marzo de 1976, en la empresa Andes Cooper Mining de El Salvador, en la Superintendencia de Prevención de Riesgos, área Higiene industrial. En septiembre, al finalizar el proceso correspondiente, regresó al puerto.
“Contrato listo. Viaja pronto” fueron las palabras impresas en un telegrama que lo unieron por décadas a Potrerillos y El Salvador; las escribió don Oscar Bouey G., Jefe de Higiene Industrial. El 6 de octubre de 1976 se presentó con el Superintendente de Prevención de Riesgos, don Julio Poblete Maldonado, a efectuar los trámites de la contratación.
En aquel entonces, Alicio Rojas, higienista de la mina, efectuaba sus trámites de jubilación, Ponce lo reemplazaría y fue asignado por dos semanas a la Planta, lo que se convirtió en seis meses. Finalmente, en abril de 1977, Bouey G. lo fue a buscar a la planta para que ocupara el cargo al que fue asignado en Higiene Industrial.
Hasta 1980 estuvo en la mina. Dada la gran contaminación producto de las faenas en Potrerillos se necesitaba un higienista para efectuar las evaluaciones ambientales, don Sergio López A. y Daniel Alcayaga E. le plantearon el requerimiento a don Francisco Díaz G. Jefe de Higiene Industrial. Ahora el nuevo escenario que albergaría a Ricardo sería: Potrerillos.
La importancia que tiene el desierto en su vida la plasmó en el poema Atacama que formó parte de la antología Apachetas, trabajo publicado junto a sus hermanos Juana y Bartolomé, en 1995:
ATACAMA
Cuando las mieses sembradas
por las manos
de nuestro sabio creador
no lograron alcanzar
la piel greda
de nuestra desértica región,
desde la gleba milenaria
de fósiles y chasquis
se escuchó
como lamento de quena
el clamor
que el viento llevó
cual mensajero celestial
a los oídos del padre.
Dios,
viendo su obra inconclusa
y lo yermo del suelo
ordenó a sus ángeles
esparcir en él,
gotas de su sangre,
lágrimas, amor …
los que, en íntimo contacto
con la madre Naturaleza,
brotó la vida hecha cobre,
salares, …
y por sus pétreas mejillas
escaparon alegres
formando lagunas,
ríos y vertientes.
De estos dones
hechos pan, canto
risas y juegos
emerge como eterno
caudal de vida
el desierto florido,
vegas y oasis,
Collas…
Y en el regazo
del desierto viviente
estás tú:
Potrerillos,
corazón de un pueblo
noble y generoso
que al son de una sonrisa
y al ritmo frenético
del trapiche y el maray
difunden en la historia
el suave verso de tu nombre:
ATACAMA.
El Salvador le regaló el la conformación de su familia, ahí se casó, nació Isabel Cecilia y Víctor Ricardo. Algunos de sus frutos literarios (cuentos y poesía) fueron publicados en el Semanario Andino en el tiempo que hizo la práctica. Sin embargo, considera a Potrerillos como el lugar en que nació como escritor y también su tercer hijo Alfonso Eduardo; Víctor, dado el poco tiempo que estuvo en El Salvador, solo un par de meses, también se considera potrerillano.
El 25 de abril de 1991 fundó el Círculo Literario Potrerillos, agrupación de la que fue presidente hasta 1995, luego el cargo lo ocupó Pedro Munizaga O. Iniciando el año 1999 fue transferido a El Salvador. Al siguiente año se iniciaron las actividades del Círculo en El Salvador. Mensualmente elaboraban trípticos literarios que distribuían a nivel nacional e internacional. La revista literaria Agua Dulce se enviaba cada diciembre con el saludo navideño.
Entre sus obras suma: Potrerillos (poesía, 1991), Apachetas (Antología Poética, 1995); Añapiando Añapiando (antecedentes históricos del pueblo Colla de la Región de Atacama, 1998); Por amor (poemario, 2003), Agua Dulce (Antología poética Círculo Literario, Potrerillos 2006), Más amor (2009).
Le encantaría que el ocaso de su vida lo encuentre en la tierra minera que lo acogió y añora, Potrerillos, pero sabe que es imposible, el campamento fue erradicado en 1999. Su esperanza la alberga entre aquellos que rescatan historias, “los indispensables”, que calificó Berthold Brech motivados por amor y no lucro.
El mar que lo envolvió en su manto en el primer hálito de vida, en la actualidad, es quien lo cobija… volvió a su querido Coquimbo a respirar la brisa marina y oír el murmurar de las olas. En sus propias palabras:
… cuando Dios me llame
al concluir mi ciclo,
descansaré en sueño eterno
entre playas y cerros;
en Coquimbo, mi puerto;
sí, allí donde las olas
arrullaron
mi primera sonrisa.
(Extracto del poema Profecía. Ricardo Ponce Castillo)
Gracias don Ricardo por su entrega laboral y, en especial, su trabajo literario que ha reflejado la esencia del Norte chico.
Profecía
Desde aquel día
cuando tu imagen morena
se dibujó en ms pupilas,
hace ya tanto tiempo,
con tu penacho de humo
que nos cubre como un manto
y ahoga las gargantas
en nuestro trajinar,
desde aquel día, te amé:
POTRERIILLOS.
Y me integré a tu vida,
de luchas y porfías,
de Panchos y Fernandos,
de Guillermos, Fantasías,
al mirarme en la dulce
sonrisa de Matilde
me vi en mis hijos
mirando hacia el futuro,
gozando la experiencia
de ser tuyo:
POTRERILLOS.
Y aunque yo quisiera
en tu agreste seno
terminar mis días,
sé que es imposible
cumplir tal profecía,
pues, cuando Dios me llame
al concluir mi ciclo,
descansaré en sueño eterno
entre playas y cerros;
en Coquimbo, mi puerto;
Sí, allí donde las olas
arrullaron
mi primera sonrisa.